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lunes, 9 de febrero de 2009

COSTOS Y BENEFICIOS DEL “OPERATIVO DESPEGUE”.

Elisa Carrió con mas picardía que astucia, aprovechó que Carlos Reutemann en lugar de despegar en el avión presidencial rumbo a España con la Sra Cristina, se despegó de Cristina y quedó en tierra, para invitarlo a formar parte de la oposición, abriéndole las puertas de ése menjurje por ella creado llamado Coalición Cívica.
El “operativo despegue” de Reutemann saldrá caro (en política nada es gratis); el matrimonio presidencial debe haber tomado como un desplante la negativa del senador y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores a acompañar a la Presidente a la Península Ibéria. “Los Kirchner sospechaban desde principios de semana que el Lole no iría a España, por eso hicieron correr la invitación en los Medios para potenciar el no”, aseguran cerca del senador santafesino. A esta altura ya nadie en Olivos ni en La Rosada espera un acercamiento entre Reutemann y Rossi; son el agua y el aceite.
Es probable que la agresión al matrimonio presidencial en Laguna Paiva, corporizada en la figura de los hermanos Rossi, haya terminado de convencer a Néstor Kirchner, además de redoblar sus políticas hacia el campo anticipado por este Diario el mismo día del suceso, de que sin Agustín Rossi en el esquema no hay unidad posible en Santa Fe. ¿De qué valdría sacrificar un leal, si de todos modos Reutemann haría campaña desdeñando el kirchnerismo?.
“Reutemann nunca fue kirchnerista”, salió a cruzar la compañera de banca de Reutemann Roxana Latorre, seguramente en respuesta a las aviesas declaraciones de la funcionaria de Binner María del Carmen Alarcón, quien se esmeró por “pegar” al senador con Kirchner y Agustín Rossi.
Ya es hora de que muchos entusiastas del peronismo vayan dejando de lado el ensueño de que Néstor Kirchner tolerará que Carlos Reutemann haga un mérito de haber votado en contra los últimos y emblemáticos proyectos oficialistas (resolución 125, impuesto al cheque, Aerolíneas, blanqueo de capitales), critique abiertamente las políticas nacionales hacia el campo, se saque de encima a Agustín Rossi y cambie el Frente para la Victoria por el PJ; todo por cuatro o cinco diputados nacionales por Santa Fe, que encima jurarán en campaña no acompañar en el Congreso las políticas de Cristina.
Tenía razón el presidente del PJ santafesino Ricardo Spinozzi cuando bromeaba con los periodistas pidiéndoles que no revendan las entradas para la reunión del Consejo Ejecutivo del pasado viernes porque el Apocalipsis anunciado no ocurría. El “rossismo” intentó llevar al seno del Cuerpo la intención de fijar fechas para internas y convocatoria al Congreso partidario, anhelos rápidamente abortados por la mayoría reutemista.
Los “rossistas” no se dan por vencidos: siguen trabajando para reunir los 2/3 de congresales que le permitan llamar al pleno partidario para ir mas allá de la ratificación de la alianza con el FPV, y redactar profundas modificaciones a la Carta Orgánica para complicarle aún mas las cosas al reutemismo.
Final – y felizmente- , las críticas hacia Hermes Binner unificaron las posiciones de los miembros del Consejo Ejecutivo y todos terminaron riendo, comiendo sándwiches, y en un acto de suprema generosidad política, elaborando un dossier de diez puntos para decirle a Binner como debe enfrentar la crisis.
Carlos Reutemann está acorralado por las circunstancias, y en cualquier dirección que intente salir se encontrará con un escollo mayor; tarde o temprano (si Kirchner no resuelve “bajarlo” al “Chivo” Rossi) el PJ deberá convocar a elecciones internas para dirimir la lista de diputados nacionales. ¿Y si Rossi obtiene la minoría?: compartirá boleta con Reutemann candidato a senador; un precio demasiado alto para el ex gobernador.
La alternativa sería que el PJ santafesino vaya dividido a las urnas, con Reutemann liderando el PJ y Agustín Rossi con el kirchnerista Frente para la Victoria; sempiterna idea del “rossismo” para que el PJ pueda cosechar votos de todos los sectores. Oferta electoral ideal si no fuera porque muchas veces las urnas terminaron abruptamente con las matemáticas.
Si bien esta última alternativa por momentos llega a entusiasmar a Reutemann, en la quietud de su campo columpia entre los pro y los contra, el debe y el haber. Hasta ahora la ecuación – como las finanzas internacionales – no le da positivo, aunque sabe muy bien que en política todo puede cambiar de un momento a otro. Para que apurarse.

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