YouTube - Darío H. Schueri

Facebook - Darío H. Schueri

Twitter - Darío H. Schueri

sábado, 10 de octubre de 2009

A PROPOSITO DE LA LEY DE MEDIOS AUDIOVISUALES.

Este artículo fue escrito y publicado en el Diario La Opinion de Rafaela el 4 de octubre
==
Sin lugar a dudas, el torbellino enceguecedor creado por el gobierno en torno de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios) que increíblemente envolvió al supuestamente perjudicado Grupo Clarín, le es absolutamente funcional a quien pergeño la maquiavélica maniobra: Néstor Kirchner; quien como diría el escritor y periodista Jorge Asís, “transforma la equivocación de la derrota electoral, el 28 de junio, en la prepotencia -a presión- del triunfo”.
El antecedente inmediato: el campo.
Lo mismo pasó con el campo. Tras la supuesta derrota gubernamental con la votación en contra de la Resolución 125 aquella aciaga madrugada del 17 de julio, bastaron solo unos pocos días para que los máximos dirigentes del sector dijesen muy sueltos de cuerpo: “estamos peor que antes”, generando perplejidad y no poca bronca en la población urbana – sobremanera porteña – que había dado la vida por los “sufridos chacareros”; pero básicamente en contra de “los Kirchner”.
Entonces, ¿el problema era la 125 ó los Kirchner?.
Para gran parte de la sociedad argentina evidentemente el problema son “los Kirchner”, y en consecuencia todo lo que emprendan será sospechado, y por carácter transitivo inmediatamente rechazado; "la realidad subjetiva" que es la que se genera desde la mente del individuo y que conlleva a la colectividad, en este caso negativa en contra del matrimonio sureño no supera el mínimo espíritu analítico social.
A semejanza con el triunfo de Francisco De Narvaéz el 28 de junio, con el paso del tiempo aquella victoria épica del campo en el Senado se fue diluyendo en el fárrago de los problemas puntuales del propio sector y de la maraña de calamidades que atribulan al resto de los argentinos, y que no tienen como centro de la escena a la Ley de Medios, llegó a punto tal que cuando hace un tiempito atrás el campo quiso rememorar aquellas marchas, se encontró poco menos que con la indiferencia de quienes antes lo habían apoyado masivamente en los centros urbanos, y lo más triste: la frialdad de los propios.
Idéntica estrategia con La Ley de Medios.
Tal como estaba plasmado en la plataforma electoral (que nadie leyó, incluido el candidato a Vicepresidente) del Frente para la Victoria que llevó a la Presidencia y Vice al dúo Fernández- Cobos, el gobierno – Néstor Kirchner si se prefiere – impulsó en Marzo de este año la derogación de la “nefasta” Ley 22.2285 sancionada el 15 de septiembre de 1980 – en pleno proceso militar para mas datos - y varias veces reformada mediante Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), como por ejemplo el 1005 dictado por Carlos Menem, que aumentó de 4 a 24 el número de licencias de radio y TV disponibles por persona física o sociedad comercial, al tiempo que admitió la formación de redes o cadenas que estaban prohibidas.
O el decreto 1214/03 rubricado por Eduardo Duhalde, que autorizó a las administraciones provinciales a tener un canal de TV abierta y una radio AM, y a los municipios a disponer el servicio radiofónico de FM, habilitando, además, la emisión de publicidad.
A nadie escapa, y he allí el meollo de la cuestión, que Néstor Kirchner impulsó la derogación de lo que queda de la Ley 22.280 pura y exclusivamente para debilitar económica e informativamente al Grupo Clarín al que, paradójicamente había beneficiado al final de su mandato prorrogándole por diez años las licencias de sus Medios audiovisuales.
Para que parezca un accidente, astutamente Kirchner involucró en la redacción de la nueva norma a todos los sectores que anhelan y declaman “pluralidad de voces” – como si hoy no la tuvieran – ofreciéndoles taxativamente (un 33%) la concesión de frecuencias (de las que hoy, legal, ilegalmente o con Permisos Provisionales y Precarios – PPP- ya disponen) con lo cual se aseguró involucrar, una vez mas, (como con el campo) a buena parte de la sociedad política y politizada, ideológica e ideologizada en una discusión pretendidamente seria, pero en el fondo bizantina y finalmente funcional a un interés supremo: desguazar y reducir el poder de fuego de un grupo empresario dueño del Diario mas leído del país – Clarín- y una cadena de medios audiovisuales (otorgados por una Ley de la democracia), muchos de los cuales son líderes en su franja porque la gente los prefiere.
Nuevamente, como al inicio de su mandato, Néstor Kirchner llevó oportunamente la batalla al campo ideológico, enfrentando en una aparente batalla espartana a los apasionados de derecha y de izquierda, éstos últimos promotores de loables y bienintencionadas audiencias públicas y foros realizados en todo el país para “enriquecer la Ley”, sin tocar una coma en lo concerniente al desguace del Grupo Clarín, el nuevo malo de la película; como sucesivamente lo fueron los militares de los 70; el campo; mañana Papel Prensa y luego los que tengan plazos fijos.
Kirchner sumó a su cruzada anti Clarín a quienes, además de estar librando otra batalla homérica contra la derecha oligarca corporizada ahora en “El Grupo”, se entusiasman con la posibilidad de contar con Medios audiovisuales que sólo podrían emitir con el financiamiento del Estado mediante subsidios directos o publicidad oficial (¿para decir lo que quieran?) que, justo es decirlo, los partidarios de la “libre empresa” de derecha también gestionan y en algunos casos recibieron generosamente.
Las cosas como son.
El problema para quienes propugnan la “comunicación para todos” radica en el sostenimiento económico de tales emprendimientos; entonces blanqueemos conceptos, y a los párrafo de los 21 Puntos Básicos por el Derecho a la Comunicación que versan sobre la “igualdad de género e igualdad de oportunidades para el acceso y participación de todos los sectores de la sociedad a la titularidad y gestión de los servicios de radiodifusión”; y la necesidad de que “los planes técnicos deberán reservar al menos el 33% de frecuencias, en todas las bandas, para entidades sin fines de lucro (…) prevaleciendo “como criterio de asignación de frecuencias el plan de servicios y la inserción de las entidades en su comunidad”, agreguémosle sin prejuicios “y la necesaria asistencia subsidiaria del Estado por Ley”, para poder solventar la instalación, mantenimiento técnico y salarios de personal de tan meritoria tarea comunicacional en defensa de los que supuestamente hoy no tienen voz.
El resto forma parte de la batalla – que le resulta abstracta a la sociedad – entre el gobierno “de los Kirchner” y el Grupo Clarín, que enfrentó maliciosamente - para solaz y esparcimiento del gobierno- a empresarios con periodistas.
¿Y la gente?
Ahora bien, y los “indefensos ciudadanos” a los que todo el mundo quiere tutelar, ¿cuán desguarnecidos están a merced del monstruo Clarín?.
Veamos: en cada localidad de nuestra Provincia existe una emisora de frecuencia modulada, (en las de menos de mil habitantes, quizás no) caso contrario sus habitantes escuchan radios AM y FM de otros distritos; también llegan emisiones de televisión, ya sea por el sistema de cable, abiertas ó aéreas codificadas (UHF, MMDS).
Las radios y los canales de CCTV emiten programación propia mediante la cual difunden rigurosamente las costumbres, fiestas populares, acontecimientos sociales, en definitiva, las voces locales y regionales; o sea la cultura en su genuina acepción.
En los grandes conglomerados urbanos, amén de la transmisión radial en cadena de programación porteña (con excepción de la cordobesa Cadena 3) que quizás habría que retocar, los sectores que hacen a la “diversidad cultural y pluralismo comunicacional” hacen escuchar sus voces en radio y televisión, abierta o circunscripta al cable o la frecuencia modulada. Sobran ejemplos en los que el COMFER otorgó licencias para aquellos actores que hacen a la “pluralidad” cultural (Pueblos Originarios) ni a las ONGs.
Finalmente…
Valores absolutos como libertad de prensa, el derecho a la información y a la expresión, compartieron innecesarias tribunas, confundiéndose roles que no están expresamente establecidos en el mundo audiovisual donde, y esto nadie lo dice, a diferencia de los medios escritos en los cuales la información es el centro y la razón de ser, (y Clarín no va a desaparecer) la información y la noticia comparten el aire radial y televisivo con el entretenimiento, la cultura, el esparcimiento y una amplia gama de alternativas que consume la sociedad tanto o mas que las noticias.
Resulta utópico, infantil y hasta provocativo siquiera pensar que el “monopolio Clarín” es causante de los pesares de este gobierno, su baja credibilidad social y oscuras perspectivas electorales para Néstor Kirchner. La información, por mas sistémica que sea, no cambia el rumbo de las cosas; en todos casos las refleja como son.
En un mundo plagado de alternativas comunicacionales, intentar - quizás vanamente - evitar que la señal de TN (por tomar la nave insignia de la disputa de hoy día entre el Estado y Clarín) llegue a todo el país, no cambiaría el estado de cosas para el gobierno, ni para la sociedad.
Pero quizás le dé la razón a Beltolt Brecht, cuando advirtió hace setenta años: “ahora vienen por mi; pero ya es demasiado tarde”.

No hay comentarios: