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sábado, 12 de abril de 2008

TERMINA EL IDILIO; COMIENZA EL COMPROMISO.

Cuando este martes 11 Hermes Juan Binner (64 años) camine las cinco cuadras que separan la Legislatura, en la cual juró como Gobernador, hacia Casa de Gobierno, donde recibirá los atributos del mando, entre miles de sensaciones seguramente pensará que llegó la hora de gobernar la Provincia que durante casi un cuarto de siglo administró el peronismo, y para lo cual se preparó durante los últimos ocho años.
Binner se convirtió el pasado 2 de septiembre en el primer dirigente socialista en ser electo gobernador en la Argentina. En Santa Fe el socialismo gobierna la ciudad de Rosario desde 1989, bastión que le dio el triunfo con casi el 60% de los sufragios.
La sola figura del candidato a Gobernador se impuso prácticamente en toda la Provincia a manera de fenómeno político (tantas veces preanunciado en estas páginas); de allí que en la conformación del núcleo duro de colaboradores, Binner prácticamente descartó la presencia de sus ocasionales socios del Frente Progresista, Cívico y Social (PDP, ARI y Radicales por el Frente) sorprendiendo, en cambio, con la presencia de peronistas y “filo peronistas”, como María del Carmen Alarcón, Luis Pfeiffer, Ricardo Biani, Juan José Bertero, entre otros.
Binner le ganó al peronismo sin grandes promesas (a quienes lo acusan de no tener propuestas, les muestra la plataforma prolijamente impresa y presentada el 7 de junio en esta capital); solo con un simple verbo: cambio. Sin Reutemann y Obeid en la grilla de partida, había llegado el momento histórico de arrebatarle al peronismo 24 años de poder. Binner estuvo parado en las coordenadas históricas exactas (podrían haber sido Usandizaga, Cavallero, pero no eran sus momentos) y no desperdició la oportunidad. Fundió la expectativa del cambio (que Reutemann había presagiado ante nuestro Diario un año antes) con la sobriedad, la parquedad dialéctica; evitó la confrontación, el debate, las frases y gestos grandilocuentes; sabía que la carrera estaba ganada desde boxes; sólo tenía que cuidarse de no cometer ningún error fatal.
Hermes Binner obtuvo – el solo – casi el 50% de los sufragios (46,7%) generando en la sociedad una gran expectativa. Deberá demostrar desde el miércoles 12 que el “cambio” es posible, mientras, ahora en la vereda de enfrente, el peronismo se afanará en mostrar lo contrario. Precisamente, las grandes expectativas suelen generar profundas decepciones en las sociedades, a las cuales la paciencia es un bien espiritual que no suele sobrar en estos tiempos de vértigo.
Binner – no el Frente – tendrá que dar una pronta respuesta a la tremenda inseguridad frente al delito que se vive en esta capital y, de ser posible encapsularla, para que no haga metástasis en el resto de la Provincia, uno de los flagelos que llevó al peronismo a la ruina.
Binner – no el Frente – prometió –arriesgadamente- que en marzo las clases comenzarán sin ninguna gotera en los techos de las escuelas. Si no le explican acabadamente a la gente que solo se trata de “goteras”, estará en serios problemas, pues a la mayoría de los tres mil establecimientos diseminados en toda la Provincia les falta solucionar algo mas que una gotera.
Binner – no el Frente – aseguró que en su gobierno se terminaría la “impunidad”, apuntando los dardos hacia el Palacio de Justicia y su Tribunal Superior (Corte Suprema) y de allí hacia abajo. Los archivos guardan al por entonces candidato hablando también de “cambios” en ese estamento de poder.
Binner – no el Frente – aseguró que la atención de la salud (rubro en que los socialistas se especializan) no tendrá las fisuras que muestra hoy día, sobremanera en los lugares mas apartados de la Provincia y en las grandes urbes donde, según marcan las estadísticas, el 40% de la población se atiende en efectores públicos.
Binner – no el Frente- pidió el voto popular para terminar con las “inequidades sociales” que en las grandes urbes son desgarradoras y terminan en vicios y violencia urbana y social. De igual manera que con el delito, la ciudadanía “sabe” como terminar con ello, y espera que los gobernantes también.
En estas materias, el implacable reloj de arena se dará vuelta con el “si juro” del martes 11.
El resto puede esperar; la calidad educativa, las cadenas de valor, la ciencia, la cultura para todos; hasta la obra pública (“leiv motiv” de la gestión de Obeid, que sin embargo no alcanzó para que el peronismo ganara) no serán motivo de inmediatos reproches. Hasta los posibles cortes de luz y agua en este verano no le serán “facturados” a Binner, porque la sociedad no es obtusa y sabe a quien responsabilizar.
Mensaje de la Iglesia a los nuevos gobernantes.
El arzobispo de Santa Fe, Monseñor José María Arancedo recordó que “el gobierno es un instrumento de la Constitución al servicio del bien común”. Dice el prelado santafesino que “la autoridad en su ejercicio exige espíritu de servicio y austeridad, como conciencia de sus límites”; e insiste en que “la política es parte de la ética”.
Arancedo le advierte a los fieles que “la participación en la política no concluye con la emisión del voto. A los primeros cristianos se les recordaba, incluso, el deber de rezar por las autoridades legítimamente constituidas porque participan de la autoridad de Dios: “Respeten a toda autoridad humana como quiere el Señor…; ... porque no hay autoridad que no provenga de Dios”. “Esta conciencia del valor de la autoridad- dice el arzobispo- es un imperativo para todos, especialmente para quién ocupa el poder, y lo debe ejercer no sólo desde consensos ocasionales o intereses mezquinos, sino desde la exigencia de un “actuar ético, fundado en el reconocimiento de la ley moral natural” (Benedicto XVI)”.
Al celebrar el día de la Inmaculada Concepción, Monseñor Arancedo pide “a Nuestra Madre por las nuevas autoridades para que sean, en el ejercicio de la autoridad del gobierno, un camino de paz, de unidad y de crecimiento en la vida de nuestro pueblo”.
09-12-07

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